lunes, 22 de julio de 2013

La Bronca de Pertenecer (Ensayo)

Hoy tengo bronca. Bronca de existir y estar condenada. Tengo bronca de que la mayor parte de las cosas que significan mucho en mi vida y en mi persona siempre hayan dependido de los demás. Tengo bronca de Dios, de la sociedad, del sistema y de mí.
Tengo bronca de pertenecer a un Dios que me adoctrina y siempre pretende sacarme de mi condición humana. ¿Por qué el hombre tiene que ser amor y buenos actos? El hombre también es dolor y odio, el hombre es bien y mal; y lo único que han pretendido de mí y de todos siempre es que le pertenezcamos a un inquisidor, porque si Dios es, primero que nada, y si es como lo interpreta la Iglesia Católica, no es más que un inquisidor queriendo hacer de lobos ovejas, llenándonos de enseñanzas inútiles, porque los humanos, lobos, no somos ni más ni menos que eso, somos lo que hacemos, lo que pensamos, porque inevitablemente pensamos, pensamos y hasta nos condenamos por eso; somos coito, locura, lujuria, somos mentiras y verdades, somos delincuentes, víctimas y victimarios; inevitablemente somos esto: somos humanos. Yo no quiero más ser parte de esta sociedad que pretende deshumanizarse frecuentando las misas de los domingos creyendo así que se absuelven de su propia condición, no quiero, y me niego a pertenecerle a un inquisidor, me niego a obrar bien para él, me niego a estar condenada a un cielo o a un infierno; y con esto no justifico las acciones perversas del humano, con esto no digo qué es lo que está bien y qué mal, con esto simplemente me declaro absuelta de pertenecer a la moral que nos han impuesto, con esto solo digo que cada acción que haga, buena o mala, la hago para mí y soy la única responsable, me niego terminantemente a obrar para alguien más.
Simplemente ¿por qué tengo que creer en algo que mi impusieron? Si Dios fuera verdad pura debería creer en él sin que alguien me lo imponga bautizándome y condenándome desde que ni siquiera tenía uso de razón.
Yo no sé si Dios existe o no, pero a mí no me cabe su doctrina.
Tampoco me cabe la doctrina de la sociedad, otra inquisidora que pretende lo mismo, condenando principalmente a las mujeres desde hace siglos. Es un hecho que la Iglesia es uno de los principales responsables, en la Biblia siempre se le da a la mujer la función de sumisa, de sometida, subordinada y sierva, entre otras cosas en una parte San Pablo dice: ‘’Mujeres, sométanse a sus maridos’’, y, entonces, creo responsable a la Iglesia como principal factor de desvalorización a la mujer; y también de imponer los requisitos de una moral totalmente puritana.
Me niego, también, a tolerar los mandatos sociales, me falta el respeto, sinceramente, todo tipo de publicidad de belleza, que nos somete, sobre todo a las mujeres, a formar parte de un estereotipo completamente artificial, que a muchas afecta física y psicológicamente; me falta el respeto que un tatuaje sea condenado como acto de rebeldía y autodestrucción y la depilación, que atenta mucho peor contra la naturaleza del cuerpo y sus métodos de protección sea una pauta sobre-establecida y sobre-implementada, incluso necesaria para la aceptación social; y tengo bronca, sobre todo, porque muchas veces son hombres los que nos imponen este tipo de belleza sin saber lo que todo ello conlleva.
Tengo bronca por este sistema, que aplaude y felicita a los descerebrados, tengo bronca de la ineptitud de la gente, tengo bronca porque nos auto-sometemos, tengo bronca por los hipócritas que marginan todo lo que creen que no cumple sus requisitos y después desde las redes sociales pretenden la paz.


Tengo bronca de mí, por haberme creído irremediablemente condenada tanto tiempo, tengo bronca de haberles hecho caso, tengo bronca porque sé que probablemente nunca cambie nada, tengo bronca porque de verdad quiero y deseo terminar con la desventaja de pertenecer, tengo bronca, porque no es fácil, nos cuesta, porque siempre hemos creído necesario ser parte de algo, de esto, tengo bronca porque estamos creyendo que perteneciendo somos algo, tengo bronca por este incesable sentimiento de incomprensión y malinterpretación, pero tengo bronca, sobre todo, porque espero el día en que no tengamos amos, aunque el hombre muchas veces se sienta desolado y crea necesitar uno, espero el momento en que nuestras relaciones sean horizontales, aunque hoy reine el líder, en el ser omnipotente, tengo bronca, pero también tengo la esperanza y la fe, no en un Dios, no en un inquisidor, sino en nosotros, en las personas, en un proceso de humanización, que no pretende más que el simple hecho de despertenecer y dejar de creer completamente en lo superior, en marginar, en la sociedad; tengo fe en que nos encontremos nuevamente humanos.