Hoy tengo bronca. Bronca de existir y estar condenada.
Tengo bronca de que la mayor parte de las cosas que significan mucho en mi vida
y en mi persona siempre hayan dependido de los demás. Tengo bronca de Dios, de
la sociedad, del sistema y de mí.
Tengo bronca de pertenecer a un Dios que me adoctrina y
siempre pretende sacarme de mi condición humana. ¿Por qué el hombre tiene que
ser amor y buenos actos? El hombre también es dolor y odio, el hombre es bien y
mal; y lo único que han pretendido de mí y de todos siempre es que le
pertenezcamos a un inquisidor, porque si Dios es, primero que nada, y si es
como lo interpreta la Iglesia Católica, no es más que un inquisidor queriendo
hacer de lobos ovejas, llenándonos de enseñanzas inútiles, porque los humanos,
lobos, no somos ni más ni menos que eso, somos lo que hacemos, lo que pensamos,
porque inevitablemente pensamos, pensamos y hasta nos condenamos por eso; somos
coito, locura, lujuria, somos mentiras y verdades, somos delincuentes, víctimas
y victimarios; inevitablemente somos esto: somos humanos. Yo no quiero más ser
parte de esta sociedad que pretende deshumanizarse frecuentando las misas de
los domingos creyendo así que se absuelven de su propia condición, no quiero, y
me niego a pertenecerle a un inquisidor, me niego a obrar bien para él, me
niego a estar condenada a un cielo o a un infierno; y con esto no justifico las
acciones perversas del humano, con esto no digo qué es lo que está bien y qué
mal, con esto simplemente me declaro absuelta de pertenecer a la moral que nos
han impuesto, con esto solo digo que cada acción que haga, buena o mala, la
hago para mí y soy la única responsable, me niego terminantemente a obrar para
alguien más.
Simplemente ¿por qué tengo que creer en algo que mi
impusieron? Si Dios fuera verdad pura debería creer en él sin que alguien me lo
imponga bautizándome y condenándome desde que ni siquiera tenía uso de razón.
Yo no sé si Dios existe o no, pero a mí no me cabe su
doctrina.
Tampoco me cabe la doctrina de la sociedad, otra
inquisidora que pretende lo mismo, condenando principalmente a las mujeres
desde hace siglos. Es un hecho que la Iglesia es uno de los principales
responsables, en la Biblia siempre se le da a la mujer la función de sumisa, de
sometida, subordinada y sierva, entre otras cosas en una parte San Pablo dice: ‘’Mujeres,
sométanse a sus maridos’’, y, entonces, creo responsable a la Iglesia como
principal factor de desvalorización a la mujer; y también de imponer los
requisitos de una moral totalmente puritana.
Me niego, también, a tolerar los mandatos sociales, me
falta el respeto, sinceramente, todo tipo de publicidad de belleza, que nos
somete, sobre todo a las mujeres, a formar parte de un estereotipo
completamente artificial, que a muchas afecta física y psicológicamente; me
falta el respeto que un tatuaje sea condenado como acto de rebeldía y
autodestrucción y la depilación, que atenta mucho peor contra la naturaleza del
cuerpo y sus métodos de protección sea una pauta sobre-establecida y
sobre-implementada, incluso necesaria para la aceptación social; y tengo
bronca, sobre todo, porque muchas veces son hombres los que nos imponen este
tipo de belleza sin saber lo que todo ello conlleva.
Tengo bronca por este sistema, que aplaude y felicita a los
descerebrados, tengo bronca de la ineptitud de la gente, tengo bronca porque
nos auto-sometemos, tengo bronca por los hipócritas que marginan todo lo que
creen que no cumple sus requisitos y después desde las redes sociales pretenden
la paz.
Tengo bronca de mí, por haberme creído irremediablemente
condenada tanto tiempo, tengo bronca de haberles hecho caso, tengo bronca
porque sé que probablemente nunca cambie nada, tengo bronca porque de verdad
quiero y deseo terminar con la desventaja de pertenecer, tengo bronca, porque no
es fácil, nos cuesta, porque siempre hemos creído necesario ser parte de algo,
de esto, tengo bronca porque estamos creyendo que perteneciendo somos algo,
tengo bronca por este incesable sentimiento de incomprensión y
malinterpretación, pero tengo bronca, sobre todo, porque espero el día en que
no tengamos amos, aunque el hombre muchas veces se sienta desolado y crea
necesitar uno, espero el momento en que nuestras relaciones sean horizontales,
aunque hoy reine el líder, en el ser omnipotente, tengo bronca, pero también
tengo la esperanza y la fe, no en un Dios, no en un inquisidor, sino en
nosotros, en las personas, en un proceso de humanización, que no pretende más
que el simple hecho de despertenecer y dejar de creer completamente en lo
superior, en marginar, en la sociedad; tengo fe en que nos encontremos
nuevamente humanos.